
La permacultura no es horticultura, es diseño. No propugna el uso de una técnica en
concreto, sea ésta orgánica, inorgánica o biodinámica etc. Personalmente prefiero la
horticultura de tipo orgánico o natural. Escribo y hablo de ello y no acerca de
pesticidas y herbicidas. La permacultura no está limitada a la horticultura, o al
cultivo de las plantas, es un sistema de diseño que tiene en cuenta a los seres vivos y a
la disposición de todos los elementos del territorio para que estén en relación correcta
entre ellos.
Bill Mollison. Primavera de 1983.
Muchas veces, al encontramos ante los diferentes escenarios de colapso a los que parecemos arrojarnos sin sentido alguno, nos detenemos a preguntarnos ¿acaso esto no podría ser de otra manera? Cuando tenemos acceso a esta naturaleza profunda dentro de nosotros que busca una reconexión con la vida que la rodea, ¿acaso no quisiéramos comprender más allá de lo que alcanza nuestra percepción, nuestros juicios, nuestros dilemas? Iniciar el 2017 en medio de gasolinazos extremos, falta de combustible, entre otros escenarios de colapso que nos hacen ver lo frágil que es nuestra cultura industrial, nos ha impulsado a colocar nuestra primera publicación del año relacionada con Bill Mollison, el co-creador del concepto Permacultura. Sus palabras, hoy más que nunca, resuenan con un categórico acierto.
En Estampa Verde buscamos contínuamente la reconexión con la naturaleza y sus patrones para entender las implicaciones e interconexiones que generan nuestras acciones, buscamos herramientas para el REDISEÑO de nuestra cultura y también buscamos el facilitarle a otras personas herramientas y conocimientos prácticos para ello. Nuestro trabajo tiene un gran adeudo pendiente con Bill Mollison, cuya obra nos sigue presentando una de las alternativas más congruentes y responsables para enfrentar esta crisis estructural y sistémica del modelo global que estamos viviendo. Ahora que el hombre y la figura ya no lo es más entre nosotros, ahora que se ha sumado para siempre al colectivo de hombres ilustres que compartieron conocimiento e iluminaron la vida de muchas personas, nos queda a nosotros, quienes nos comprometemos con cuidar a la tierra y cuidar a la gente, seguir expandiendo el conocimiento y la aplicación de la Permacultura. En honor a esta persona y para iniciar el 2017 recordándonos la importancia de actuar de manera práctica y ética para regenerar los paisajes de los cuales necesitamos para subsistir, compartimos un poco más de información acerca de quién era Bill Mollison, a través de esta traducción del obituario publicado en el periódico británico The Guardian a pocos días de su muerte:
«Bill Mollison, quien murió a la edad de 88 años, fue uno de los co-creadores de la Permacultura, un Sistema agrícola que trabaja con, en lugar de en contra de la naturaleza, basado en que el mundo natural tiene las claves para lograr sistemas productivos y estables. Habiendo desarrollado el concepto, viajó desde su nativa Tasmania durante más de 30 años para compartir su enfoque a nivel mundial. Sus ideas se han repartido ampliamente – la Permacultura se practica en más de 140 países y por más de 3 millones de personas – a pesar de que en 1970 la idea era considerada, en palabras de Mollison, la forma más alta de sedición.
Mucho de lo que expuso estaba basado en su gran respeto por la sabiduría de subsistencia de los granjeros alrededor del mundo, quienes han usado desde hace mucho tiempo los métodos sustentables para cultivar sus alimentos. En términos agrícolas, esto significa plantar diferentes tipos de cultivos, usando diferentes especies perenes para formar sistemas productivos estables, asegurando que las condiciones del suelo se regeneren.
Las características que observó en la naturaleza salvaje de Tasmania también dieron forma a la Permacultura, por ejemplo, como es que las interfaces que existen en los diferentes hábitats son mucho más productivas y cómo es que las plantas y los animales tienen que ser colocados juntos para que sean mutuamente beneficiosos – como alguna vez mencionó: “No tienes un problema de babosas, ¡tienes una deficiencia de patos!”
Mollison dirigia nuestra atención hacia consecuencias ecológicas beneficiosas: “Los únicos sistemas de energía seguros son aquellos derivados de los sistemas biológicos”. Un jardinero de Nueva Guinea puede caminar por las puertas de su jardín llevando una unidad de energía para entregar 70. Un granjero moderno que maneja un tractor toma 1,000 unidades de energía para entregar solamente una. ¿Quién es el agricultor más sofisticado? Él sostenía que “a pesar de que los problemas del mundo aumentan en complejidad, las soluciones siguen siendo embarazosamente simples”. Los sistemas ecológicos le permiten a la gente satisfacer sus propias necesidades, recuperar el control de sus vidas y reforzar la naturaleza en lugar de agotarla.
Nacido en el pueblo de pescadores de Stanley, en la costa noroeste de Tasmania, Bill (cuyo nombre de pila era en realidad Bruce), era el hijo de Roland Mollison y su esposa Amy. Sus padres tenían una fábrica de mantequilla y luego construyeron la panadería del pueblo de la que Bill se haría cargo a los 14 años cuando su padre murió, entregando pan con un caballo llamado Topsy.
Durante sus años veinte, trabajó como pescador, silvicultor y trampero. Entendió y celebró la autosuficiencia de la vida rural en los años treinta y cuarenta y su amor por el mundo natural lo llevó a unirse a la Organización Científica y de Investigación Industrial del Commonwealth (CSIRO por sus siglas en inglés) en 1954, trabajando en investigación agrícola durante diez años antes de dejar ese trabajo para estudiar biogeografía, el estudio de la distribución de plantas y animales en la universidad de Hobart.
Empezó a impartir cátedra en Hobart en 1968 y algunos años después desarrolló una nueva disciplina, psicología ambiental. En esta etapa se pudo haber establecido en una confortable vida académica. Sin embargo, se sentía constantemente atrapado por la academia convencional y buscaba unir sus estudios en psicología con el mundo natural, buscando un sistema operativo ingenioso que inspirara a la gente a través de un proceso sistemático de diseño para construir estilos de vida abundantes y resilientes.
A los 50 años, después de que sus colegas universitarios rechazaran tajantemente su petición por una aproximación holística y multidisciplinaria a su trabajo, decidió darle la espalda a la educación formal. Junto con un estudiante de diseño ambiental, David Holmgren, Mollison empezó a trazar los orígenes de lo que hoy conocemos como Permacultura. Nadie antes había puesto juntas una aproximación regenerativa al diseño que estuviera basada en el conocimiento de las culturas tradicionales mientras se adaptaba a las oportunidades que brindaban las nuevas tecnologías y el pensamiento sistémico. Simplemente no existía.

Dentro de este marco introdujeron conceptos de otros pioneros ecológicos, culturas indígenas y campesinos, combinándolos con una observación cuidadosa del mundo natural. En 1978 Mollison y Holmgren publicaron Permacultura Uno, el precursor del libro más detallado de Mollison: Permacultura – Un Manual para el Diseñador – publicado en 1988. Este libro habría de convertirse en la “Biblia de la Permacultura” y se sigue usando como libro de referencia para los instructores. Expande los conceptos de agroecología, agroforestería, agricultura de carbono, agricultura regenerativa, arquitectura sustentable y sistemas de monedas locales, proveyendo del marco intelectual que sostiene la evolución continua de sus ideas.
Después de esto Mollison quiso extender sus ideas y decidió enseñar un curso informal de Permacultura de dos semanas, operando desde lo que él apodó como “La República de la Gente de la Avenida Strickland”, la calle en Hobart donde él y Holmgren vivían. Diseño un curriculum y lo compartió con quien quisiera acudir – una movida tan audaz que parecía cómica. Mientras sus alumnos crecían en confianza empezaron a enseñar cursos similares de 72 horas y después de 10 años de estar viajando y enseñando continuamente, Mollison – con la ayuda de la red de maestros holgadamente afiliados – han repartido sus ideas en los cinco continentes. En el 1981 recibió el Right Livelihood Award.
A pesar de que sus principios originales se mantienen en su sitio, los cursos han evolucionado para expandirse más allá de la agricultura hacia áreas como diseño, ingeniería, construcción y arquitectura, todos basado en un enfoque ecológico y sus ideas han sido tomadas por el movimiento internacional de Pueblos y Aldeas en Transición.
Mollison tenía una mente brillante. Observaba, catalogaba y su aproximación sistemática le ayudó a tejer ideas aparentemente dispares en un tapiz altamente detallado. En este sentido era un verdadero visionario. Era también retador, colérico, movido por un sentido profundo de injusticia, despiadado en el encuentro casual. Solía decir: “primero siente miedo, luego enójate. Luego ve con tu vida hacia la lucha”.
Le sobrevive su quinta esposa Lisa, cuatro hijas y dos hijos.
Bill (Bruce Charles) Mollison, ecologista, nacido el 4 de Mayo de 1928, fallecido el 24 de Septiembre de 2016.»
Traducido del inglés por Antonio Carrillo Bolea
Fuente: https://www.theguardian.com/environment/2016/oct/10/bill-mollison-obituary